Nadie puede predecir el futuro. Es cierto. Hay aciertos, existen tendencias que sacan la cabeza sobre el maremagnum de ideas. Pero las adquisiciones de empresas, las fusiones, los prototipos y patentes dan buena muestra de la evolución de la tecnología. En pocos años, Facebook se ha posicionado como una firma innovadora, dueña de sí misma y de los 1.450 millones de usuarios que solo en su red social depositan, voluntariamente, su alma.
De ahí que se haya constituido un negocio alrededor que deja una suculenta fortuna, no solo a su fundador, Mark Zuckerberg, convertido a sus treinta años en un visionario empresario. Llevamos tiempo augurando que el futuro de la compañía americana pasa por transformar las teleoperadoras. Nuevos servicios prometen, con dosis de temor para muchos usuarios, lograr a su vez nuevas formas de comunicación y consumo de medios.
Son muchos los palos que quiere tocar. Desde conectar el planeta al liderar la iniciativa internet.org (que, por cierto, no es tan inocente como se cree) hasta popularizar la tecnolgoía de realidad virtual, una de las tendencias emergentes en el mercado y que las previsiones de los expertos apuntan a que el próximo año será el comienzo del boom. Y ahí es donde más esfuerzos está haciendo. No contento con ello, el consejero delegado de Facebook quiere que los usuarios de la plataforma sean capaces, incluso, de actualizar su estado con la ayuda de la mente.
Sí, puede ser descabellado y sorprendente, pero a día de hoy, la compañía asegura que se está desarrollando la tecnología necesaria y la pondrán en práctica, al igual que la llamada telepresencia gracias a las gafas de realidad virtual Oculus. «En algún momento creo que vamos a ser capaces de enviar pensamientos utilizando la tecnología directamente», explicó Zuckerberg durante una sesión informal del evento Q&A Sessions. «Únicamente pensarás en algo y sus amigos de inmediato podrán aprovechar ese deseo. Esta sería la última tecnología de la comunicación».
Este concepto de comunicación de tintes telepáticos, no obstante, resultaría delicado y molesto. Una «receta para el desastre», escribía Iain Thompson en «The Register». Esa preocupación es máxima a tenor de los proyectos en los que se encuentra investigando Facebook. Uno de los retos viene del campo de la Inteligencia Artificial (IA). «La mayor parte de nuestra investigación en este terreno se centra en la comprensión del significado de lo que comparten las personas», subrayó.
Recientemente, el gigante de internet amplió su programa de Inteligencia Artificial con la apertura de un nuevo laboratorio en París, el tercero después de los dos que operan en EE.UU. La opción es unificar los comportamientos entre usuarios. «Con el fin de hacer esto muy bien, nuestro objetivo es construir sistemas inteligentes que sean mejores que los propios sentidos de los seres humanos. Para la visión, por ejemplo, estamos pensando en sistemas que pueden reconocer todo lo que hay en una imagen o un vídeo. Esto incluye a personas, objetos, escenas», vaticina.
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