viernes, 4 de diciembre de 2015

Crema de protección solar que no atraviesa la piel

Se ha inventado un protector solar que no atraviesa la piel, lo que elimina los efectos secundarios, a veces potencialmente peligrosos para la salud, derivados de las cremas de protección solar de uso común que sí son capaces de atravesarla.

La mayoría de los protectores solares son buenos en la prevención de las quemaduras, pero pueden filtrarse bajo la superficie cutánea y entrar en el torrente sanguíneo. Como resultado de ello, plantean posibles efectos secundarios.

El equipo de Mark Saltzman, de la Universidad Yale en New Haven, Connecticut, Estados Unidos, ha desarrollado un nuevo protector solar, hecho con nanopartículas bioadhesivas, que se quedan en la superficie de la piel.

Saltzman y sus colegas comprobaron que tras aplicar el protector solar sobre la piel, este no se desprendió con facilidad, y aún más importante, no penetró más allá de ella. Las nanopartículas son lo bastante grandes como para resultar incapaces de pasar a través de la superficie de la piel, y además son tan adhesivas que ni siquiera se deslizan por los folículos pilosos, que están relativamente abiertos.

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Si pasamos muchas horas al sol, es imprescindible protegernos de su radiación. La imagen muestra al Sol poniéndose en Pensacola, Florida, Estados Unidos. (Foto: NOAA)


Usando modelos de ratón, los investigadores probaron su protector solar contra rayos ultravioleta directos y su capacidad de causar quemaduras solares. En esta prueba, a pesar de que se usó una cantidad notablemente más pequeña de ingrediente activo que la de los protectores solares comerciales, la formulación de los investigadores protegió igual de bien contra las quemaduras.

Nanotecnología para elaborar vinos que no produzcan resaca y alergias

La resaca y las alergias que genera el vino a determinados consumidores podrían evitarse, en el futuro, gracias a un ingenioso proyecto que impulsan científicos argentinos del Instituto de Ciencias Ambientales y Salud de la Fundación PROSAMA conjuntamente con el Instituto Nacional de Vitivinicultura.

Los sulfitos, que se emplean para inhibir el crecimiento de microorganismos indeseados, son la causa de esas complicaciones. “En estudios de laboratorio, logramos reducir en forma significativa la cantidad de sulfitos con procedimientos basados en nanotecnología”, indicó a la Agencia CyTA el líder del proyecto, el doctor Jorge Herkovits, investigador del CONICET y presidente de la Fundación PROSAMA, con sede en Buenos Aires. La iniciativa está financiada por la Fundación Argentina de Nanotecnología, que depende del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.

Herkovits y su grupo emplearon nanopartículas de plata que recrean las propiedades de los sulfitos para la producción de vinos, actividad que se ejecuta en el Instituto Nacional de Vitivinicultura con la dirección de Humberto Manzano.

Pero en virtud de que el valor máximo admitido de plata por la Organización Mundial de la Salud es de 0,1 miligramos por litro, el siguiente paso de los investigadores fue desarrollar dos estrategias para sacar esas nanopartículas del vino.

El primer método consistió en agregar hierro a las nanopartículas de plata para, luego, extraerlas mediante un campo electromagnético, como si fuera un imán. Pero su costo a gran escala en bodegas es alto, explicó Herkovits, quien también dirige el Grupo de Investigaciones en Seguridad Química del CONICET y el Instituto de Ciencias Ambientales y Salud (ICAS).

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Vinos. (Foto: AGENCIA CYTA)


Un enfoque alternativo, probado por el equipo, se basó en la formación de un complejo de las nanopartículas de plata con caolín (roca pulverizada de muy bajo costo), que permite su extracción después de la fermentación mediante un simple filtrado del vino. ”Incluso estamos evaluando la posibilidad de reutilizar el complejo y por último recuperar la plata cuando ya no resulte eficiente para producir vinos”, destacó Herkovitz.

“Nuestro objetivo es aportar un valor agregado que nos posicione mejor en el mercado mundial”, concluyó Herkovits, quien presentó los avances del proyecto en la quinta edición de Nanomercosur 2015 “Hacia la consolidación de la nanotecnología”, organizado por la FAN. (Fuente: AGENCIA CYTA-INSTITUTO LELOIR/DICYT)

El conmutador fotónico nanométrico más rápido del mundo

Se ha logrado crear un conmutador ultrarrápido totalmente óptico sobre nanoestructuras de silicio. Este dispositivo podría convertirse en una plataforma para futuros ordenadores y permitir la transferencia de datos a una velocidad ultrarrápida.

Este trabajo pertenece al campo de la fotónica, una disciplina de la óptica que apareció en los años 60 del pasado siglo, junto con la invención de los láseres. La fotónica tiene los mismos objetivos que la electrónica, pero utiliza fotones (los cuantos de luz) en vez de electrones. La mayor ventaja de usar fotones es la ausencia de interacciones entre ellos. Como resultado de ello, si las condiciones son las idóneas, los fotones pueden afrontar mejor que los electrones el problema de la transmisión de datos.

El avance tecnológico ahora alcanzado es obra de científicos de la Universidad Estatal Lomonosov de Moscú en Rusia, y de la Universidad Nacional Australiana (ANU).

Hace tres años, varios grupos de investigadores descubrieron al mismo tiempo un efecto importante: hallaron que las nanopartículas de silicio exhiben fuertes resonancias en el espectro visible. Este tipo de resonancia está caracterizada por una fuerte localización de las ondas de luz en las escalas por debajo de la longitud de onda, dentro de las nanopartículas. Este efecto despertó el interés de diversos científicos, pero en general nadie pensó que ese descubrimiento pudiera crear un punto de partida para el desarrollo de un conmutador fotónico compacto y muy rápido. Los últimos desarrollos técnicos en este campo se han encargado de convertir en realidad lo que solo unos pocos imaginaron.

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El prototipo del nuevo dispositivo es un disco de 250 nanómetros de diámetro, que es capaz de conmutar pulsos ópticos a tasas del orden de los femtosegundos. (Foto: Maxim Shcherbakov et al)


Las nanopartículas fueron fabricadas en la Universidad Nacional Australiana, gracias a Alexander Shorokhov. Las muestras fueron transportadas a Moscú, y todo el trabajo experimental se llevó a cabo en la Universidad Estatal Lomonosov, por el equipo de Polina Vabishchevich y Maxim Shcherbakov.

El resultado final del trabajo es un prototipo en forma de disco, de 250 nanómetros de diámetro, que es capaz de conmutar pulsos ópticos a tasas del orden de los femtosegundos. (Un femtosegundo es una millonésima de milmillonésima de segundo). Con estas velocidades de conmutación tan rápidas, es factible crear enlaces de transmisión de datos, así como dispositivos de procesamiento, que funcionen a decenas y cientos de terabits por segundo. Esto permitiría descargar miles de películas en alta definición en menos de un segundo.

Fabrican un transistor con una molécula y un puñado de átomos

En 1990 los científicos de la empresa IBM lograron manipular y ordenar átomos sobre una superficie con el microscopio de efecto túnel (STM, por sus siglas en inglés). Ahora, usando la misma técnica, investigadores del instituto Paul-Drude (PDI), la Universidad Libre de Berlin, los laboratorios NTT Basic Research de Japón y el U.S. Naval Research Laboratory de EE UU han conseguido fabricar un nanotransistor con una molécula rodeada por unos pocos átomos.

Se trata de un transistor de efecto campo, que consiste en un canal entre dos electrodos (fuente y drenaje), más un tercero (compuerta) que modula la corriente que pasa por el canal. En este caso, el diminuto dispositivo está fabricado por una molécula orgánica de ftalocianina, por la que circulan los electrones, colocada sobre un cristal semiconductor de arseniuro de indio. Esta superficie y la punta metálica del microscopio STM actúan como los electrodos fuente y drenaje del transistor.

Por su parte, el campo electrostático que genera un grupo de átomos de indio, cargados positivamente y colocados alrededor de la ftalocianina, es el que actúa como electrodo compuerta. Es el que regula la transmisión de los electrones por la ftalocianina, modificando su estructura electrónica.

Dependiendo del número de átomos de indio y de su posición respecto a la molécula, el campo electrostático sobre ella varía, determinando así si el nanotransistor conduce o no los electrones. Los detalles se publican este mes en la revista Nature Physics, pero también se pueden visualizar mediante una aplicación web interactiva que reproduce de forma exacta los experimentos de los investigadores.

“En el caso de los nanotransistores de escala atómica es imprescindible tener un control absoluto sobre su geometría para poder diseñar de antemano las características del transporte eléctrico, y con el microscopio de efecto túnel se consigue”, destaca a Sinc Jesús Martínez-Blanco, el investigador español del PDI y primer autor del estudio.

El equipo también ha encontrado mecanismos de transporte eléctrico desconocidos hasta ahora gracias a la gran resolución de la técnica. “En particular, hemos observado que la carga neta de la molécula, que puede ser ajustada a voluntad mediante la aplicación del campo eléctrico de compuerta adecuado, afecta a la posición en la que esta se adhiere al substrato semiconductor”, apunta Martínez-Blanco.

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Imagen del nanotransistor obtenida con el propio microscopio de efecto túnel que sirve para fabricarlo. En este caso, doce átomos de indio cargados positivamente modulan el transporte eléctrico a través de la molécula de ftalocianina (en el centro) al modificar su estructura electrónica. (Foto: PDI/U.S. Naval Research Laboratory)

“Debido a esto –añade–, el comportamiento de este minúsculo transistor difiere notablemente del obtenido con los transistores convencionales de tamaño unas 30 veces mayor y presentes de forma masiva en nuestros aparatos electrónicos”.

Según sus autores, este estudio puede ser “de gran importancia” tanto para futuros descubrimientos en el campo del transporte electrónico en nanoestructuras moleculares, como para el desarrollo de nuevos dispositivos electrónicos a escala nanométrica.

Además, el tamaño de poco más de un nanómetro de diámetro que tiene la ftalocianina, podría suponer el límite físico de la famosa ley de Moore. Esta establece que el número de transistores que pueden integrarse en un circuito se va duplicando cada dos años aproximadamente.

“Según esta ley, en diez o veinte años veremos transistores del tamaño de estas moléculas integrados en nuestros circuitos electrónicos”, concluye Martínez-Blanco. (Fuente: SINC)

Un nanocalentador ofrece aplicaciones contra el cáncer



Investigadores del Instituto de Ciencia de Materiales de Aragón (ICMA, un centro mixto CSIC-Universidad de Zaragoza), en España, con la colaboración de la Universidad de Averio y la Universidad de Toulouse, han desarrollado un dispositivo de tamaño nanométrico que actúa como calentador y termómetro al mismo tiempo y permite realizar mediciones de temperaturas absolutas de manera instantánea, en décimas de segundo, y sin contacto.



Este dispositivo supone un gran avance en el campo de la terapia de hipertermia magnética utilizada en el tratamiento contra el cáncer ya que permite controlar la temperatura mientras se desarrolla el tratamiento. La terapia de hipertermia magnética, utilizada para hacer frente a células cancerosas, consiste en conseguir el debilitamiento o la muerte de células cancerosas mediante la aplicación de calor.



Esta técnica es considerada actualmente como el cuarto tratamiento más importante contra el cáncer. En particular, la hipertermia magnética es una terapia localizada que emplea el calor generado por nanopartículas magnéticas al ser expuestas a un campo magnético alterno inocuo para el cuerpo humano.



El nanobjeto desarrollado es 2.000 veces más pequeño que el grosor de un pelo y puede calentarse a distancia al aplicarle un campo magnético, algo similar a lo que sucede con las ollas en las cocinas de inducción. Además este pequeñísimo objeto obtenido en el ICMA dispone de un recubrimiento especial que permite introducirlo en el interior de las células.



Para poder actuar como termómetro, el nanoobjeto cuenta con dos sustancias luminiscentes, una cuya emisión de luz no depende de la temperatura y otra cuya emisión sí está en función de la temperatura, de esta forma si medimos con un microscopio la luz emitida por cada una de estas sustancias y las relacionamos podemos conocer la temperatura absoluta en un punto de la célula, este punto puede ser tan pequeño como nos permita la resolución de la cámara y los aumentos del objetivo.





Cuatro características del nuevo nanodispositivo: tamaño de 50 nm, se calienta por inducción, se internalizan en células y su color informa de la temperatura. (Foto: ICMA)





En la actualidad se pretende calentar el nanoobjeto utilizando el campo magnético generado por una pequeña bovina acoplada al microscopio mientras se mide a tiempo real como aumenta su temperatura. Este nanoobjeto permite estudiar a escala nanométrica cómo se transmite el calor de una fuente con calor al medio que lo rodea. La investigación confirma que al acercarse a la nanoescala las propiedades físicas son distintas de las que se observan en objetos de tamaño más grandes, lo que también se observa con la conducción de calor.



El desarrollo de esta investigación es un ejemplo de trabajo multidisciplinar, que en este caso ha unido a químicos, físicos, médicos, biólogos e ingenieros. Las metodologías empleadas en las que el ICMA cuenta con un reconocimiento internacional incluyen la física de materiales a muy bajas temperaturas, tecnologías láser para procesado de materiales, técnicas de dispersión para el estudio de los materiales e instrumentación científica propia. (Fuente: Instituto de Ciencia de Materiales de Aragón, ICMA (CSIC-UNIZAR))

Catalizador nanométrico para purificar el aire de salas donde se ha fumado



Un nuevo catalizador nanométrico para purificar el aire de espacios cerrados en los cuales se ha fumado retira el 100 por cien del acetaldehído, una sustancia cancerígena bastante abundante en el humo del cigarrillo.



Además, el catalizador elimina el 100 por cien de las sustancias del humo del tabaco liberadas en forma de partículas sólidas, tales como la nicotina y el alquitrán, en una conversión que esencialmente deja solo vapor de agua y dióxido de carbono como productos.



Equipado con este catalizador, el modelo de purificador de aire que ha sido sometido a pruebas es capaz de purificar más del 80 por ciento del humo del cigarrillo en 30 minutos y el 100 por cien en 1 hora, en una habitación de 30 metros cuadrados, donde 10 personas estén fumando al mismo tiempo.



Los filtros de carbón activo se usan mucho en purificación del aire, incluyendo el de habitaciones donde se ha fumado. Sin embargo, esos filtros no son eficaces en la eliminación de materiales gaseosos tales como el acetaldehído, la eficacia de su absorción mengua con rapidez en una sala cerrada, como las destinadas a fumadores en locales tales como restaurantes, y necesitan ser reemplazados al menos una vez cada dos semanas, lo cual es bastante incómodo.











Prototipo de purificador de aire que lleva instalado el filtro con el catalizador. (Foto: © KIST)





La nueva tecnología desarrollada por el equipo de Jongsoo Jurng y Gwi-Nam Bae, del Instituto de Ciencia y Tecnología (KIST), en Seúl, Corea del Sur, llegará al mercado dentro de aproximadamente un año. A sus ventajas hay que añadirle también su adaptabilidad, ya que el filtro con el catalizador puede ser integrado en otros dispositivos de tratamiento del aire, como purificadores de aire y aparatos de aire acondicionado.

Sistemas artificiales hechos de ADN

Unos investigadores han revisado las ideas más prometedoras para hacer posible el ensamblaje de moléculas de ADN a fin de formar nanoestructuras complejas y a medida, de tal modo que dichas estructuras puedan emplearse en terapias y en aplicaciones bionanotecnológicas.

En las conclusiones de su investigación, el equipo de Veikko Linko, de la Universidad de Aalto en Finlandia, perfila las propiedades superiores de las nanoestructuras de ADN, y cómo estas características permiten el desarrollo de eficientes nanomáquinas hechas de ADN y calificables como biológicas. Estas nanoestructuras de ADN tendrán aplicaciones en la medicina molecular, incluyendo algunas que supondrán un nuevo enfoque en la lucha contra el cáncer. Las estructuras de ADN hechas “a la carta” podrían detectar las células que hayan sido seleccionadas como objetivos y liberar selectivamente su carga molecular (fármacos o anticuerpos) en el interior de ellas.

Actualmente, los programas y las técnicas para diseñar y simular nanoestructuras de ADN son extremadamente potentes y fáciles de usar, y por tanto los investigadores pueden construir de manera sencilla sus propios objetos de ADN para variados usos, tal como subraya Linko. El gran “boom” en el campo de la nanotecnología estructural de ADN ocurrió en 2006, cuando Paul Rothemund introdujo una técnica conocida como “origami de ADN”. Este método es el punto de partida para prácticamente todos los demás enfoques sencillos de diseño mediante ADN disponibles en la actualidad.

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Nanoestructuras del tipo conocido como “origami de ADN” recubiertas con proteínas de virus. Con la ayuda de la encapsulación de proteínas, y aprovechando capacidades víricas de camuflaje, los origamis de ADN pueden ser transportados hasta las células humanas de forma mucho más eficiente. (Foto: Veikko Linko y Mauri Kostiainen)

La característica más importante de una nanoestructura basada en ADN es su modularidad. Las estructuras de ADN pueden fabricarse con precisión nanométrica, y sobre todo, pueden enlazarse a ella con la misma precisión otras moléculas, como ARN, proteínas, péptidos y fármacos. Tan alta precisión puede ser explotada para crear dispositivos ópticos de tamaño nanoscópico, así como plataformas moleculares y códigos de barras para varias técnicas de toma de imágenes y análisis. Además, los investigadores de la universidad de Aalto y de la de Jyväskylä, también en Finlandia, han mostrado recientemente cómo pueden utilizarse origamis de ADN en la fabricación eficiente de nanopartículas metálicas con formas a la medida, que podrían usarse en varios campos de la ciencia de los materiales.

En la medicina molecular, los diminutos dispositivos basados en el ADN podrían emplearse no solo para detectar moléculas individuales, sino también para modular la señalización celular. En un futuro próximo, robots de ADN lo bastante sofisticados podrían incluso ser usados en la creación de sistemas inmunitarios artificiales. Un sistema basado en dispositivos de ADN a la carta podría ayudar a evitar los tratamientos con fármacos, dado que los nanorrobots de ADN programados podrían detectar en el torrente sanguíneo varios agentes delatadores de la presencia de microorganismos invasores, y comenzar de inmediato la batalla contra estos gérmenes nocivos.

Construyen una llave inglesa cien mil veces más pequeña que el grosor de un cabello humano

La quiralidad es la orientación distintiva, a la izquierda o a la derecha, de algunos tipos de moléculas. Explicado de modo sencillo, esto significa que la molécula puede tomar una de dos formas, "diestra" o "zurda", siendo una como el reflejo en un espejo de la otra. Basándose en esta simetría opuesta, unos investigadores han inventado una nueva manera de usar la quiralidad para fabricar una estructura nanométrica que se puede describir en muchos aspectos como una llave inglesa. Empleando esta llamativa herramienta, es factible controlar formas de modo preciso a escala nanométrica. Todo apunta a que un uso extensivo de esta herramienta permitirá crear moléculas a la medida, con rapidez y precisión elevadas.

Esta utilización de “síntesis asistida por la quiralidad” es un enfoque fundamentalmente nuevo para controlar la forma de moléculas grandes, una de las necesidades primarias para la creación de una nueva generación de materiales sintéticos complejos, incluyendo polímeros y medicinas.

Experimentando con antraceno, una sustancia presente en el carbón, el equipo del químico Severin Schneebeli, de la Universidad de Vermont en Estados Unidos, ensambló tiras de moléculas en forma de C que, debido a su quiralidad, son capaces de unirse entre sí en una única dirección. Estas tiras moleculares forman una estructura rígida que puede sujetar moléculas en forma de anillo, de otras sustancias, de una manera similar a como una cabeza de tornillo de cinco lados encaja en una llave inglesa pentagonal.

Las tiras con forma de C pueden unirse entre sí, con dos enlaces, en una única orientación geométrica. Así, a diferencia de muchas estructuras químicas, que tienen la misma fórmula general pero que son flexibles y pueden retorcerse y girar de muchos modos diferentes posibles, esta solo tiene una forma. Es como una llave inglesa de verdad, con una abertura de 1,7 nanómetros, cien mil veces más pequeña que el grosor de un cabello humano.

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Representación simplificada del concepto. En azul, la llave inglesa de moléculas, ajustando a modo de tuerca una molécula en forma de anillo (en verde) en torno a otra molécula (en amarillo). La singular llave inglesa mide tan solo 1,7 nanómetros de ancho y probablemente supondrá un avance clave en el campo de la tecnología, permitiendo hacer cosas que antes eran imposibles o muy difíciles. (Imagen: Severin Schneebeli, UVM)

Esta llave inglesa, tal como muestra el nuevo estudio, puede enlazarse lo bastante fiable y robustamente con moléculas grandes que, químicamente hablando, son utilizadas como “recipientes” en cuyo centro colocar y modificar moléculas de otras sustancias. Hay además muchas otras aplicaciones posibles, desde el suministro controlado de fármacos en puntos moleculares precisos, hasta avances en el campo de las sustancias orgánicas emisoras de luz.

Los químicos puede usar esta nueva llave inglesa para ajustar de manera remota el entorno químico dentro de esas grandes moléculas utilizadas como recipientes, de la misma forma que un mecánico puede hacer girar un tornillo exterior para ajustar el rendimiento dentro de un motor.

Los enlaces establecidos en el interior de esas grandes moléculas portadoras con la llave inglesa son unas cien veces más fuertes que sin ella.

Nace la “rectena” óptica, fusión de antena y rectificador, para convertir luz en corriente eléctrica continua

Usando componentes de tamaño nanométrico, unos investigadores han demostrado el funcionamiento de la primera rectena óptica, un dispositivo que combina las funciones de una antena y un rectificador para convertir luz directamente en corriente continua.

Basadas en nanotubos de carbono de paredes múltiples y en diminutos rectificadores fabricados sobre ellos, las rectenas ópticas podrían proporcionar una nueva tecnología para fotodetectores que operarían sin la necesidad de refrigeración, recolectores de energía que convertirían el calor residual en electricidad, e incluso una nueva clase de dispositivos para capturar energía solar de forma eficiente.

En los nuevos aparatos, desarrollados por el equipo de Baratunde Cola, del Instituto Tecnológico de Georgia (Georgia Tech) en Estados Unidos, los nanotubos de carbono actúan como antenas para capturar luz emitida desde el Sol u otras fuentes. A medida que las ondas de luz llegan a las antenas de nanotubos, crean una carga oscilante que se mueve a través de los rectificadores. Estos conmutan con velocidades récord, del orden de los petahercios, creando una pequeña corriente continua.

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Una rectena óptica de nanotubos de carbono convierte la luz de un láser verde en electricidad en el laboratorio de Baratunde Cola en el Instituto de Tecnología de Georgia. (Foto: Rob Felt, Georgia Tech)


Un conjunto de miles de millones de rectenas puede producir una corriente notable, aunque la eficiencia de los dispositivos demostrados hasta ahora permanece por debajo del 1 por ciento. Los investigadores esperan aumentar dicha eficiencia a través de técnicas de optimización, y creen que una rectena con potencial comercial podría estar disponible en el plazo de un año.

Cola cree que él y sus colaboradores podrían acabar construyendo células solares que sean el doble de eficientes a un coste que sea 10 veces más bajo. Eso podría cambiar el panorama energético mundial.

Nanocintas moleculares utilizables como autopistas para electrones

Unos físicos han desarrollado un método para sintetizar un tipo novedoso y único de material que se parece a una nanocinta de grafeno pero en versión molecular en vez de atómica. Este material podría contribuir a mejoras clave en las células solares orgánicas.

Las nanocintas están integradas por moléculas de un compuesto de nombre abreviado como PCBM, y que en la práctica es como una molécula de fullereno (una molécula de carbono con la forma de un balón de fútbol) equipada con un “brazo” lateral para incrementar su solubilidad. Las moléculas de PCBM se emplean habitualmente en células solares orgánicas debido a que tienen una capacidad muy buena de transportar los electrones libres que son “generados” por la luz solar.

El equipo internacional de Eduardo Gracia Espino y Thomas Wågberg, de la Universidad de Umeå en Suecia, han desarrollado ahora un método para disponer tales moléculas en nanocintas delgadas y cristalinas que tienen solo cuatro nanómetros de ancho. Las nanocintas son creadas en un proceso en el que interviene una solución con una eficiencia bastante alta, y todas poseen una morfología única, con bordes en forma de zigzag.

Es un material intrigante, que se parece a las más conocidas nanocintas de grafeno, aunque con excepciones fundamentales, esencialmente que en las nanocintas de PCBM, allá donde habría un átomo de carbono hay una molécula “reemplazándolo”.

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Ilustración esquemática de nanocintas de PCBM, conteniendo cuatro moléculas de PCBM dispuestas una al lado de otra. Las bolas grises representan las moléculas de fullerenos (cada una consta de 60 átomos de carbono), y los brazos laterales son característicos de las moléculas de PCBM. Los “carriles” blancos simbolizan la capacidad de las nanocintas de formar autopistas para electrones. (Foto: Universidad de Umeå)

Los resultados obtenidos son fascinantes por varias razones; es la primera vez que se han producido estructuras con dimensiones tan pequeñas con este tipo de molécula, y las dimensiones de las nanocintas sugieren que deberían ser ideales como “autopistas electrónicas” en las células solares orgánicas. Una célula solar orgánica consta habitualmente de dos tipos de materiales, uno que conduce electrones y otro que conduce los “agujeros” dejados por los electrones cuando estos consiguen un aumento de energía a partir de la luz solar incidente. Podemos ver al transporte de un “agujero” como un espacio vacío en el tráfico. Este espacio vacío se mueve hacia atrás en una cola de vehículos que se mueve hacia adelante).

Un conductor de electrones en células solares orgánicas debería idealmente formar largas rutas hacia el electrodo pero simultáneamente ser delgadísimo. Las recién desarrolladas nanocintas de PCBM cumplen estos requerimientos.

Nanomáquina de ADN que camina

Se ha logrado desarrollar una nanomáquina de ADN que puede caminar de forma aleatoria en cualquier dirección, sobre superficies desiguales. Aplicaciones futuras de este sistema andante de ADN podrían incluir a un detector de cáncer capaz de recorrer el interior del cuerpo humano en busca de células cancerosas y etiquetarlas para su visualización médica o para que los fármacos actúen selectivamente contra ellas.

Esta singular máquina es obra del equipo de Cheulhee Jung, Peter B. Allen y Andrew Ellington, de la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos.

Con anterioridad, los sistemas andantes de nanopartículas solo podían deambular a lo largo de extensiones unidimensionales y bidimensionales precisos y programados. La nueva nanomáquina es capaz de caminar, sin programación previa y en diferentes direcciones, a lo largo y ancho de una superficie recubierta con ADN. En un experimento decisivo logró realizar 36 pasos, y su movimiento aleatorio es diferente del movimiento visto en otros estudios.

Se trata de un importante paso adelante en el desarrollo de máquinas de ácidos nucleicos en la escala nanométrica, que pueden actuar de forma autónoma bajo una serie de condiciones, incluyendo el interior del cuerpo. La nanotecnología de ADN es especialmente interesante porque explora el mundo de las “computadoras de materia”, donde las computaciones (incluyendo caminar) son llevadas a cabo por objetos físicos, en vez de por sistemas de intercambio electrónico o magnético. Los dispositivos andantes de ADN podrían llegar a posibilitar que ciertas células protectoras caminen por la superficie de órganos, computando constantemente si se halla presente alguna célula cancerosa.

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El concepto de nanomáquinas de ADN que caminen ofrece un interesante abanico de aplicaciones prácticas que de otro modo serían imposibles o muy difíciles de alcanzar. (Imagen: Jenna Luecke)


Entre las aplicaciones prácticas más inmediatas, cabe destacar el despliegue del caminante de ADN dentro del cuerpo para que pueda amplificar las señales delatadoras de la presencia de células cancerosas, a fin de hacerlas más fácilmente identificables y singularizadas por los médicos.

El dispositivo andante está hecho de un solo trozo de ADN con dos patas conectadas a un torso. Como un humano, se mueve colocando una pierna hacia adelante, y después levantando la otra y llevándola también hacia adelante. El caminante decide de forma autónoma y aleatoria dónde poner su pierna en cada paso. Los experimentos mostraron que a medida que esta nanomáquina caminaba, no pasaba por la misma área dos veces.

Obtención de imágenes biomédicas a una milésima del costo normal

Mediante un avanzado proceso de modelación matemática, se ha conseguido que un sensor de 100 dólares se acerque muchísimo a las prestaciones de medición típicas de un equipamiento de laboratorio de 100.000 dólares.

El equipo de Ayush Bhandari, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge, Estados Unidos, ha desarrollado un sistema de visualización biomédica que podría acabar reemplazando en muchos casos al caro tipo de equipamiento citado.

El sistema, que puede operar con hardware en la gama del centenar de dólares, usa una técnica conocida como microscopía por vida media de fluorescencia, que tiene aplicaciones en la secuenciación de ADN y en el diagnóstico del cáncer, entre otras cosas. Así que el nuevo avance podría tener repercusiones tanto para la investigación biológica como en la práctica clínica.

El propósito de Bhandari y sus colegas es tomar la precisión óptica y electrónica de los grandes y caros microscopios del tipo citado y reemplazarla con la sofisticación del modelado matemático. El equipo de Bhandari ha comprobado que es factible utilizar como hardware cámaras domésticas, como la de Microsoft Kinect, para llevar a cabo biovisualizaciones de una manera muy semejante a lo que esos microscopios caros están haciendo.

La microscopía por vida media de fluorescencia, como su nombre indica, depende de la fluorescencia, o la tendencia de ciertos materiales a absorber luz y después reemitirla poco después. Para una determinada sustancia de esta clase, las interacciones con otras sustancias acortarán el intervalo entre la absorción y la emisión de luz de una forma predecible. Medir ese intervalo (la “vida media” de la fluorescencia) en una muestra biológica con un tinte fluorescente puede revelar información sobre la composición química de dicha muestra.

En la modalidad tradicional de la microscopía por vida media de fluorescencia, el sistema de visualización emite un destello de luz, buena parte del cual es absorbido por la muestra, y después mide cuánto tardan las partículas de luz (fotones) que retornan en incidir contra un grupo de detectores. Para hacer la medición lo más precisa posible, los destellos de luz son extremadamente cortos.

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El nuevo sistema de visualización biomédica aprovecha un sensor de profundidad ya disponible, como el de Kinect de Microsoft. La coloración de estas imágenes ilustra la información de fase contenida en seis de las 50 frecuencias de luz que el sistema analiza. (Foto: Cortesía de los investigadores)

La vida media de fluorescencia pertinente para la visualización biomédica se encuentra en el rango del nanosegundo. Por ello, la visualización por vida media de fluorescencia tradicional utiliza destellos de luz que duran apenas picosegundos, o milésimas de nanosegundos.

Sensores ya disponibles, como el Kinect, sin embargo, utilizan destellos luminosos que duran decenas de nanosegundos. Eso está bien para lo que se requiere: evaluar la profundidad de los objetos a base de medir el tiempo que necesita la luz para reflejarse desde ellos y regresar al sensor. Pero resultaría demasiado basto para la microscopía por vida media de fluorescencia.

El equipo de Bhandari, no obstante, extrae información adicional de la señal luminosa al someterla a una transformada de Fourier, una técnica matemática para descomponer señales (ópticas, eléctricas o acústicas) en sus frecuencias constituyentes. Una señal dada, no importa lo irregular que sea, puede ser representada como la suma ponderada de señales a muy diferentes frecuencias, cada una de ellas perfectamente regular.

El equipo de Bhandari compensa la duración excesiva de los destellos con un procesamiento basado en una señal óptica de retorno desde la muestra que constituye la suma de 50 frecuencias diferentes. Algunas de ellas son más altas que la de la propia señal, y así es como se puede obtener información sobre vidas medias de fluorescencia más cortas que la duración del destello de luz emitido.

Nuevas rutas hacia el láser de rayos X

Investigadores del Grupo de Óptica Extrema de la Universidad de Salamanca (USAL) y el Centro de Láseres Pulsados de la misma ciudad, en España, publican un artículo en la revista Science que abre la puerta a generar rayos X a partir de radiación ultravioleta, algo totalmente inesperado hasta ahora por los científicos.

Este hallazgo, realizado en colaboración con la Universidad de Colorado y otros centros de Estados Unidos y Taiwán, se suma a otras recientes publicaciones de este equipo para mejorar las características de los láseres de rayos X, una de las quimeras de la óptica, con importantes aplicaciones tecnológicas.

Los rayos X son radiación electromagnética de alta energía y, como tal, son capaces de atravesar tejidos y proporcionar imágenes de alta resolución para fines médicos, por ejemplo, comprobar si hay una fractura de huesos. Los láseres, por otro lado, son dispositivos capaces de producir luz de forma extraordinariamente ordenada, permitiendo usar su regularidad para aplicaciones de gran precisión, como la medida de distancias de alta resolución, el almacenamiento compacto de la información, la identificación de materiales a distancia o la observación de fenómenos ultrarrápidos de la naturaleza, entre otras.

La construcción de láseres de rayos X permitiría mejorar estos aspectos de forma drástica, aumentando en más de mil veces las prestaciones actuales de resolución, tanto en el espacio como en el tiempo.

Dentro de las diferentes estrategias que a día de hoy se siguen para el desarrollo de los láseres de rayos X, las investigaciones desarrolladas por este equipo internacional persiguen métodos que permitan convertir la radiación de un láser habitual de luz infrarroja en rayos X, mediante un proceso de multiplicación de frecuencia. La clave consiste en inducir la absorción de muchos fotones de baja energía (infrarrojos) en un material, para que posteriormente emita un solo fotón de mucha mayor energía (rayos X).

“Hasta ahora parecía demostrado que el proceso más eficiente pasaba por convertir un número muy elevado de fotones infrarrojos en uno de rayos X”, explica a  Luis Plaja, investigador de la USAL, "pero hemos demostrado que no siempre es así, y que la absorción de un menor número de fotones de energía mayor, ultravioleta, puede ser incluso más eficiente".

Para ello los autores de este trabajo proponen iluminar un gas con un láser ultravioleta de alta intensidad (en lugar del infrarrojo), de manera que los átomos que lo componen se vean despojados prácticamente de todos sus electrones de su capa externa. El gas altamente ionizado resulta ser muy transparente, de forma que permite que la multiplicación de frecuencia se lleve a cabo en un volumen de material mucho mayor.

En los experimentos que realizó con láseres ultravioleta el Joint Institute for Laboratory Astrophysics (JILA) de la Universidad de Colorado en Boulder, los físicos “vieron que se producían rayos X de demasiada energía, era inexplicable”. Carlos Hernández García, investigador de la USAL que ha trabajado allí durante dos años, realizó las simulaciones teóricas que permitieron comprenderlo.

Este hallazgo parece ir en contra de la intuición, así que constituye una auténtica sorpresa, tal y como expresa el título del artículo del artículo (Ultraviolet Surprise: Efficient Soft X-ray High Harmonic Generation in Multiply-Ionized Plasmas). “Se pensaba que la mejor forma de lograr rayos X coherentes era con láseres infrarrojos y ahora demostramos que también es muy bueno utilizar láseres intensos de radiación ultravioleta, donde los fotones son más energéticos y más numerosos, de manera que el proceso también es eficiente”, comenta el investigador.

Es el camino para generar por láser rayos X duros, los de mayor energía, que son los que tienen potenciales aplicaciones biomédicas. En cualquier caso, el dominio del láser como nueva fuente de esta radiación tiene prometedoras aplicaciones, como la medición de moléculas extremadamente pequeñas.

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Láseres ultravioletas producen pulsos cortos tipo láser de rayos X. (Foto: Kapteyn-Murnane Group, Steven Burrows, JILA)


Pero este importante avance no es el único que ha logrado recientemente este grupo internacional. Recientemente, la revista Nature Photonics ha publicado los resultados de una nueva colaboración, que ha demostrado que el proceso de multiplicación de frecuencia permite el control de la polarización de la luz de alta energía. Generalmente la polarización, la dirección en la que la vibración electromagnética de la luz oscila, no tiene por qué estar bien definida.

Existen materiales, como los cristales de las gafas polarizadas, que son capaces de filtrar la luz seleccionando sólo aquellos fotones cuya vibración electromagnética asociada tiene una dirección bien definida. Entre las diferentes posibilidades de polarización, existe aquella en la que la dirección de la vibración gira en el tiempo, como si fuera una aguja de un reloj.

Este tipo de polarización del campo electromagnético se denomina circular, y se utiliza, entre otras cosas, para identificar simetrías en las moléculas de los materiales. Estas simetrías conllevan un comportamiento químico diferente en moléculas que, por lo demás, tienen la misma composición. Por su naturaleza penetrante, es difícil diseñar filtros ópticos capaces de cambiar la polarización de los rayos X. En lugar de ello, el equipo de investigadores ha diseñado y demostrado experimentalmente la posibilidad de generar radiación láser de alta frecuencia (cercana a los rayos X) que posea directamente polarización circular.

Para ello, es necesario combinar varios haces de luz láser que, tras multiplicar su frecuencia en el blanco gaseoso, resultan en un solo haz de alta energía y de polarización circular. Al igual que la investigación anterior, Carlos Hernández García participó en el diseño de este experimento y realizó las simulaciones cuando estaba en JILA y los resultados fueron corroborados por los experimentos.

Disponer de rayos X polarizados circularmente puede servir para caracterizar materiales magnéticos que no se han podido analizar hasta ahora. Existen materiales denominados dicroicos cuyas propiedades dependen del estado de polarización de la luz que interacciona con ellos y mediante rayos X polarizados linealmente no se pueden estudiar. Aunque en los grandes aceleradores de partículas conocidos como sincrotrones sí es posible generar radiación X polarizada circularmente, hacerlo con láser permite observar lo que pasa en la materia a velocidades ultrarrápidas.

Será “otra manera de ver materia” que afectará, por ejemplo, al estudio de las moléculas quirales, que no se diferencian en su composición química pero cuyas estructuras están invertidas especularmente, como las imágenes en los espejos. El primer paso será observar y el siguiente será controlar y “el control es el primer paso hacia la tecnología”, asegura Luis Plaja.

En cualquier caso, el tipo de haz de luz que genera un láser determina la posibilidad de manipular materiales. Una opción aún más compleja son los vórtices o remolinos de luz, así que los científicos del grupo ALF-USAL se han preguntado cómo se generarían rayos X en estas circunstancias y también han publicado hace pocas semanas los resultados, en la revista New Journal of Physics.

Es la primera vez que se analiza este proceso y se ha hecho desde un punto de vista muy parecido al de la polarización de la luz: actuar en la generación para que el haz de luz tenga la estructura deseada. Los vórtices tienen un enorme atractivo en varias disciplinas de la física y en el caso de la óptica, pueden servir para atrapar partículas dentro de un haz de luz e incluso codificar información. (Fuente: DiCYT)

Avances en la robótica de cuidado personal para personas con discapacidades

Los robots diseñados para ayudar a personas con discapacidades están iniciando su transición desde la ciencia-ficción a la realidad cotidiana. Un ejemplo de ello lo tenemos en la iniciativa de los Institutos Nacionales estadounidenses de Salud (NIH), que ahora están financiando el desarrollo de robots de este tipo, entre los que figuran algunos para ayudar a las personas con problemas de visión a identificar y coger objetos, así como otros pensados para incrementar la movilidad de las personas mayores, todos ellos diseñados para funcionar en estrecho contacto con humanos e interactuando con el individuo.

Un caminador robótico para adultos, provisto de patas móviles, podría ayudar a los ancianos a moverse más fácilmente y mantener su independencia. A medida que las personas envejecen, disminuye su capacidad de caminar sin asistencia, lo que lleva a una reducción en la actividad física y en la calidad de vida. Para quedarse en casa en vez de mudarse a una residencia geriátrica, los ancianos con problemas de movilidad necesitan a menudo modificaciones caras en sus viviendas, como sustituir escalones con rampas o instalar salvaescaleras. El objetivo de este caminador robótico es desarrollar un robot de cuatro patas que mejore la movilidad de su usuario, de manera que los ancianos puedan permanecer físicamente activos y disfrutar de una vida más sana, con una menor dependencia de la asistencia de cuidadores o de caras renovaciones en sus hogares.

El robot puede además transportar carga extra, como por ejemplo bolsas con productos comprados en una tienda por el usuario. Utiliza un sistema de detección basado en visión computerizada en 3D para detectar el movimiento del usuario y el entorno. Con sus patas inteligentes, puede superar fácilmente obstáculos de maneras fuera del alcance de las sillas de ruedas propulsadas.

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Un caminador robótico podría ayudar a los ancianos a moverse más fácilmente y a mantener su independencia. (Foto: Xiangrong Shen, University of Alabama)


Otro interesante aparato robótico es un dispositivo de asistencia que se pone en la mano y que utiliza visión por ordenador y mecanismos de respuesta natural para ayudar a las personas con problemas severos de visión a coger objetos. El sistema identifica los objetos en el entorno del usuario, determina la desalineación entre la mano de este y el objeto, y después informa del movimiento de la mano necesario para agarrarlo. El dispositivo intervendrá en las vidas de las personas con problemas de vista mejorando la capacidad individual de viajar de manera independiente, al ayudar al usuario a identificar obstáculos móviles y a manipularlos para que pueda pasar, y también podrá prestar ayuda de algunos otros modos.

Robot acuático que obtiene su energía digiriendo materia orgánica mediante un estómago

El agua contaminada puede hacer arriesgado nadar en el mar o en un estanque, y por otro lado los organismos acuáticos necesitan los nutrientes del agua sucia para alimentarse. Inspirándose en insectos nadadores, unos robotistas de la Universidad de Bristol en el Reino Unido han creado el Rowbot, un robot que se desenvuelve bien en el agua sucia. El Rowbot imita la forma en que cierta clase de insectos se desplazan por el agua y la manera en que se nutren de la materia orgánica que hay en el agua sucia en la que nadan.

El proyecto Rowbot, en el que trabaja el equipo de Jonathan Rossiter y Hemma Philamore, pretende lograr un robot nadador autónomo capaz de operar de forma indefinida en lugares remotos obteniendo su energía de la materia orgánica de su entorno. Cuando necesita recargarse de energía (o sea cuando tiene hambre, por así decirlo) el Rowbot abre su boca robótica blanda y rema hacia adelante para llenar así con agua sucia rica en nutrientes el estómago de su célula de combustible microbiana (MFC, por sus siglas en inglés). Después cierra su boca y digiere lentamente los nutrientes. El estómago de la MFC se sirve de la biodegradación de la materia orgánica para generar electricidad, usando mecanismos bioinspirados. Cuando ha recargado su reserva de energía eléctrica, el Rowbot puede remar hacia otro lugar, y está listo para otro trago de agua sucia.

Este nuevo y exótico robot representa un paso crucial en el desarrollo de robots autónomos capaces de autoenergizarse a largo plazo. La mayoría de los robots actuales necesitan reabastecerse de combustibles o recargarse de electricidad por medios convencionales, a menudo con participación humana directa.

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El Rowbot. (Foto: Hemma Philamore, University of Bristol/BRL)


En cuanto a aplicaciones prácticas concretas del Rowbot y de otros similares a él, se puede prever que una de las más indicadas estará en las operaciones de limpieza medioambiental para retirar del agua sustancias contaminantes, como se necesita en casos de derrames de petróleo, o ante proliferaciones de algas tóxicas, y a largo plazo, en la vigilancia autónoma medioambiental de zonas de interés especial.

Energizar dispositivos con energía captada de emisiones WiFi

Unos ingenieros desarrollaron recientemente una tecnología novedosa que utiliza un router WiFi (que además de su función principal también constituye una fuente de energía ubicua y sin explotar en entornos interiores), para energizar dispositivos. Mientras perfeccionan esta prometedora tecnología, el interés por ella no deja de crecer, y se la ha calificado incluso como una de las tecnologías más innovadoras y revolucionarias del año.

En algunas de las primeras demostraciones prácticas de esta tecnología, se han logrado cosas como absorber energía de las señales WiFi para alimentar un sencillo sensor de temperatura, una cámara en blanco y negro y baja resolución, y un cargador para un brazalete de seguimiento de actividad física.

El equipo de Vamsi Talla, de la Universidad de Washington en la ciudad estadounidense de Seattle, ha demostrado de forma contundente que podemos usar dispositivos WiFi para energizar los sensores de cámaras y otros aparatos. Es también importante destacar que el sistema ideado por él y sus colegas no degrada la calidad de las señales WiFi mientras está energizando a otros dispositivos.

La tecnología, denominada PoWiFi, podría ayudar a desarrollar la Internet de las Cosas, en la cual pequeños sensores informáticos alojados dentro de objetos cotidianos como los teléfonos móviles, las cafeteras, las lavadoras, el aparato de aire acondicionado, o cualquier dispositivo móvil, les capacitarían para “hablar” entre ellos. Eso abriría una nueva era en la domótica y en el control a distancia de dispositivos cotidianos a los que hasta ahora solo se ha podido controlar empleando su panel de mandos o como mucho un mando a distancia en la misma habitación.

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El equipo de la Universidad de Washington usó señales ambientales de este router WiFi para energizar sensores en una cámara de baja resolución y otros aparatos. (Foto: Dennis Wise / University of Washington)


Sin embargo, hacer realidad la Internet de las Cosas no es fácil, y uno de los principales retos es cómo energizar esos sensores de baja potencia y accionadores sin necesitad de enchufarlos a una fuente de energía, algo nada práctico a medida que se miniaturizan cada vez más y se vuelven más abundantes. La tecnología PoWiFi podría ser la solución.

En sus experimentos de demostración de viabilidad tecnológica del sistema, el equipo mostró que el sistema PoWiFi puede alimentar inalámbricamente una cámara Omnivision VGA, en blanco y negro (escala de grises) y baja potencia, desde más de 5 metros (17 pies) de distancia, permitiéndola absorber y almacenar bastante energía como para hacer una foto cada 35 minutos.

El sistema también recargó la batería de un brazalete de seguimiento de actividad física desde el 0 al 41 por ciento en 2,5 horas.

Los investigadores han ensayado asimismo el sistema PoWiFi en seis hogares. Los usuarios normalmente no apreciaron deterioro de la velocidad de carga de las páginas web o de la visualización de video en “streaming”, lo que muestra que la tecnología podría suministrar exitosamente energía a través de WiFi en las condiciones del mundo real, sin degradar el rendimiento de la red.

Patentan un láser de fibra óptica que mejora aplicaciones industriales



A este nuevo desarrollo tecnológico, que contó con el apoyo de la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Nacional de Colombia, la Superintendencia de Industria y Comercio le acaba de otorgar una patente.



El dispositivo fue ejecutado por Jesús David Causado, ingeniero físico y magíster en Física de la U.N., y por Pedro Ignacio Torres Trujillo, profesor de la Escuela de Física de la U.N. Sede Medellín, fundador y director del Grupo de Fotónica y Optoelectrónica de la Institución, en la capital de Antioquia.



Ellos trabajaron durante casi dos años en afinar esta nueva versión para un láser (palabra que a su vez es una sigla que surge de la expresión inglesa Light Amplified by Stimulated Emission of Radiation –luz amplificada por emisión estimulada de radiación–).



El nombre técnico de la creación de los expertos de la U.N. es Dispositivo Láser de Fibra Óptica Q–Switching.



Un primer logro de esta invención fue transformar la manera como se amplifica esa luz, por lo regular esta se genera en un medio activo con ganancia óptica (puede ser sólido, líquido o gaseoso), y dentro de una cavidad integrada por dos espejos que ayudan a ampliar su emisión, de la misma forma en que una guitarra amplifica las ondas acústicas a través de su caja de resonancia.



Para el caso de este invento, los profesores Causado y Torres retiraron los espejos de esta cavidad y los cambiaron por fibra óptica. De esta forma, ese medio de ganancia pasa a ser una fibra óptica que el docente Torres describe técnicamente como “dopada con iones de erbio”, es decir, con cristales que son estimulados con este elemento químico con el fin de amplificar la luz a niveles óptimos. “Para que el sistema pasara completamente a ser de fibra óptica, se reemplazaron los espejos por rejillas de difracción grabadas en el núcleo de ésta”, explica el profesor Torres.





La luz láser que dio lugar a esta patente ya no usa espejos sino fibra óptica. (Foto: UN)





Tal modificación llevó a inventar la nueva técnica patentada para actuar directamente sobre una de las rejillas de difracción de la cavidad láser, con tal de que no emita la luz de forma continua sino pulsada; cuando es continua, se proyecta de forma permanente, y aunque es muy efectiva, no siempre es suficiente para impactar superficies o hacer cortes. Al ser pulsada, se transforma en lo más parecido a flashes de corta duración (pulsos), que se repiten miles de veces por segundo, con lo que se consigue un láser más fuerte.



Aquí también se abren posibilidades para utilizar los láseres de fibra óptica en medicina: “hay un futuro muy prometedor en todas las áreas de diagnóstico y terapéuticas; además, en intervenciones quirúrgicas que siempre han requerido selectividad del instrumento usado y en las cuales sabemos que la mano del cirujano tiene sus límites", agregó el profesor Torres.



Esta es la segunda patente concedida recientemente por la Superintendencia de Industria y Comercio a profesionales de la U.N. Sede Medellín. También le había sido conferida una al Grupo de Investigación de Tecnologías Aplicadas (GITA) de la Facultad de Minas, liderado por el profesor de la U.N., Guillermo León Mesa, quien creó, en alianza con las Empresas Públicas de Medellín (EPM), un método para detectar anomalías en el funcionamiento de los rotores de los grandes generadores de más de 100 MW (megavatios), instalados en hidroeléctricas, termoeléctricas o en centrales de baja potencia que funcionan con energía eólica. (Fuente: UN/DICYT)